lunes, 2 de septiembre de 2013

Curú Leoufú



Soy agua fresca inspirada
en recónditos recuerdos,
que arrastra al tranquito lerdo
los retumbos de la indiada.
Se los traigo de pasada
porque mi modo, es andar,
de viajar, siempre viajar
ha sido mi derrotero,
volviendo al mismo sendero,
desde los ande’ hasta el mar.

Traigo aromas del Neuquén
y sabores del Limay,
de florcitas de amancay
y el gustito del quillén;
la semilla del pehuén,
del Domuyo, la imponencia,
del Huapi, la transparencia
y con todo esto que integro
paso a ser el Río Negro,
a partir de Confluencia

A veces algún bramido
entre las bardas resuena,
queriendo mostrar las penas
de un tiempo que ya se ha ido;
como aquel grito dormido
que anudado en el garguero
no pudo salir entero
hoy busca salir luz,
del cacique Llanquetrúz,
o Saihueque el manzanero.

Cipoletti y su belleza
me ven pasar, y a su vera,
General Roca me espera
con pura naturaleza;
Paso Córdova embeleza
con diferentes matices,
rojizo, amarillos, grises,
donde sigo satisfecho,
por frutales que en mi lecho
van hundiendo sus raíces.

Y yo sigo mi camino,
y Regina me engalana
con la fiesta ‘e la manzana
en el valle rionegrino.
Y el sentimiento genuino
de una perdida cultura
aflora con su bravura
como enfrentándolo al viento:
de un Comahue monumento
que nos cuida de la altura.

Chelforó me ve venir,
y Chimpay se hace divino,
venerando a Ceferino
pero tengo que seguir;
la pendiente me hace ir,
siempre cayendo hacia el mar,
y no tengo que olvidar
de Choel que está en la zona,
ni el tomate de Pomona
que lo tengo que regar.

Me vieron los chañarales
alpatacos, piquillines,
alamedas, macachines,
jarillas y viñatales.
Conesa y los salitrales
me ven llegar ya, más lento,
la planicie de los vientos
me ató a su nombre y si el plano
trató atajarme, fue en vano
porque igual sigo y contento.

Viedma y Patagpnes
me estrechan para un retrato,
donde un tiempo maragato
se refleja en sus rincones.
Llegó el fin de mis razones
y yo habré de proceder,
como enojada mujer
que resuelve con premura:
me iré perdiendo dulzura,
pero pensando en volver.


Néstor Cuenca
Pegando el portazo




A veces . . . el pensamiento
cuando se mete en la historia,
encuentra que la memoria
se enreda en el sentimiento.
Y fíjense que no es cuento
que hay genes a mi entender
que afloran al parecer
de Indios, Gringos y Criollos,
(y andamos con este embrollo
metido en nuestro ser).

Y yo que traigo surtido
y bastante entreverao,
quiero dejar aclarao
como afecta los sentidos.
Si una música decido
de algún origen, cualquiera,
me llega y . . . ¡me desespera!
la situación que me encuentro:
(que el Indio tira pa’ adentro,
y el gringo tira pa’ afuera).

Y a más de estos personajes
se suma lo que viví,
emociones que sentí
de muchacho en mi paisaje.
Son parte de mi bagaje,
recuerdos con emoción,
de alguna que otra canción
que ni sé de donde vino,
(y que andan con mi destino
prendida del corazón).

Y hay un tema discutido
medio tirao de los pelos
y hasta un algo de recelos
por como ando vestido.
Para mi, . . . ante el cumplido
está la comodidad;
y pienso que identidad
no solo es como vestirse;
(argentino, hay que sentirse,
eso es una cualidad).

 Soy como el agua del río
que no detiene su andar,
porque la vida es pasar
y el tiempo es el dueño mío.
Voy del invierno al estío
y al invierno nuevamente,
y en ese andar consecuente
el futuro es esperanza;
(si me quedo en la añoranza,
me estoy perdiendo el presente).

Que no quede confundido
este mensaje entripao,
porque al gaucho del pasao
lo tengo bien definido.
Se refleja en mis sentidos,
lo llevo en mi libertad,
y también en la humildad
que muestro ante la gente,
(y aunque eso me represente
yo vivo la actualidad).

Así es mi forma de ser,
sin rencores ni complejos,
convencido, sin perplejos
y honesto en mi proceder.
Y no me habrán de torcer
ni quien me encuentre en flojera;
se muy bien, sobremanera
como quedar bien parao
¡también el significao:
de madre, patria y bandera!.

   

Néstor Cuenca