miércoles, 26 de mayo de 2010

ESENCIA PAMPEANA

Pialé sonidos del viento
pa milonguear de regreso,
y aunque aflojando los huesos
más que firme el sentimiento.
Rienda suelta al pensamiento
le viá dar en la ocasión,
entre la luz del fogón
y el resplandor del lucero,
me verá de cuerpo entero
reflejao en mi canción.

Yo soy pa' las vizcacheras
el verde intenso raleao,
y pal criollo conchabao
soy la faja de arpillera,
soy la aldaba de tranquera
hecha en cadena con gancho,
soy el horcón de los ranchos
y de ello estoy orgulloso,
y soy el palo lustroso
ande se rascan los chanchos.

Soy lonja de cuero crudo
dispuesta en cualquier apronte,
soy tala viejo del monte
de copa grande y raisudo,
soy la cueva del peludo
entre ráice entreverada,
y en una olla tiznada
yo soy ese guiso macho,
y unto sin sal pal empacho
de la última carneada.

Soy el viejo caronero,
el palenque de caldén,
soy paragolpe del tren
por vigornia pal herrero.
Soy ese fierro crotero
pa' un churrasco chamuscao,
y soy el poncho encerao
aguantando el temporal,
y en la espera de un mensual
soy aquel cigarro armao.

Soy corral de palo a pique
seguro, como ninguno,
son las cosas que reúno
pa' que el criollo las mastique.
Soy bravura del cacique,
soy del nutriero, la trampa,
el viejo mate de guampa,
soy tañido del cencerro,
el alma de Martín Fierro
soy la esencia de La Pampa.
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viernes, 21 de mayo de 2010

Una poesía al fuego

A fuego'e leña

Habrá de ser lo primero
que se llegó a descubrir,
y hoy te voy a distinguir
en mis mentas de trovero.
Yo poniendo mucho esmero
me preparo pa' hilvanar
y estos versos recitar
en fogón o alguna peña:
¡calorcito 'e fuego a leña
a vos te quiero cantar !.

Te imagino en las cabernas
y después con el indiaje,
entre gauchos, paisanaje,
con tu llama siempre eterna.
De manera muy fraterna
protejiste' al ser humano,
acompañaste' al cristiano
y cuando el frío más azota,
vos secaste' un par de botas
o las pilchas de un paisano.

Compañero abrasador
ya de años muy remotos,
del más rico hasta los crotos
precisaron tu calor.
Cocinaste' al asador,
en parrillas y en brasero,
y en esos inviernos fieros
en la olla 'e fundición
vos cicistes chicharrón
o algún criollazo puchero.

Calentaste' el horno 'e barro,
la caldera de aquel tren,
y en un solo santiamén
calzaste la rueda 'e carro;
derretiste' en un tarro
la grasa de una carneada,
y en más de una madrugada
cobijastes al carrero,
y a su arcilla, el alfarero,
la cocinó en una horneada.

Puntal de la construcción
cocinando los ladrillos,
pa' las casas y castillos
y una que otra mansión.
Si usté busca inspiración,
en silencio y a lo oscuro,
prenda un fuego y le aseguro
que al contemplarlo verá,
que todo lo dicho acá
es sentimiento muy puro.

Y bueno, yo me despido
y es con esta reflexión,
que tu rojo corazón
siga siempre encendido.
Cuando yo esté bien curtido,
y en una mala jugada,
la parca, si a la pasada
me llevara en su embate,
que me halle tomando mate
con una pava tiznada.
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viernes, 14 de mayo de 2010

Invitación romántica, muy cortita (Poesía)

Propuesta

Me pedís una poesía
y te voy a complacer,
quiero verte suspender
en el aire vida mía.
Pueda ser que en este día
te encuentres agasajada,
que escuches entusiasmada
estas cosas, todas lindas,
y ver como tu te brindas
cuando estás enamorada.

Para esta duda aclarar
y en romántica expresión,
yo te doy mi corazón
insaciable para amar;
y te paso a invitar
allá, lejos del gentío,
con tus ojos y los míos,
si acompaña la fortuna,
para ver salir la luna
a la orillita del río.

Los dos solos en la orilla
esperando ese momento,
habrá mucho sentimiento
sonrojando las mejillas.
Será una noche sencilla
y hasta un poquito modesta
no habrá músicos ni orquesta,
vos y yo será la escena,
para ver la luna llena,
si aceptás esta propuesta.
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jueves, 13 de mayo de 2010

Un artículo sobre "Las Pulperías"


Las Pulperías

Hoy nos vamos a meter en la campaña del 1800 y encarar la aventura de atravesar la llanura de entonces. Para eso vamos a viajar cabalgando hacia la historia, y entramos en una gran casa
Delante de la puerta hay una fila de palenques enclavados en el suelo para atar los caballos, al entrar nos encontramos con una combinación de almacén y bar que también funciona como fonda y hasta tiene un cuarto para albergar algún posible viajante. Y es este el punto de reunión de la gente de campo, la parte posterior de la casa da sobre el camino y tiene un cuadrado abierto en la pared protegido por barras de madera, a través del cual el propietario despacha a sus clientes.
Hay allí un gran número de gauchos, son por lo regular altos y guapos, pero tienen en su rostro todos los signos de su altivez y del desenfreno, usan a menudo el bigote y el pelo largo. Visten poncho y chiripa llevando apretado con su faja o ceñidor el infaltable facón de que hacen uso con gran frecuencia.
Son en extremo corteses, nunca beben sin invitar a quienes les acompañan, ellos beben carlón, cachaza o caña coronándolo todo con un poco de ginebra, y al retirarse se tocan el sombrero a modo de saludo a todos los presentes.
Nos sirvieron sardinas, queso, carne asada, uvas secas, pan y vino. Es en estas pulperías donde también se puede comprar todo lo que uno necesite: bizcochos, yerba, baratijas, sombreros, artículos de cuero para caballos y carruajes. Tampoco falta quién se ofreciera de postillón para continuar la marcha, (o sea de guía) para poder enfrentar los polvorientos caminos y empantanadas huellas.
Nosotros decidimos continuar el viaje adentrándonos en la campaña hasta el próximo paraje, ya que estábamos informados de la distancia que debíamos viajar, y después de un largo trecho con los últimos rayos de luz fue que divisamos la casa, además de ver que desde distintos puntos llega un gran número de gauchos, evidentemente este es el momento en que el grueso de la gente se hace presente.
Esta construcción se visualiza desde lejos por que además de estar en un lugar alto tiene un trozo de genero con colores vivos colgado de una caña a modo de aviso.
Muchos vienen solamente para fumar y beber y muchas veces lo hacen sobre el caballo pasando la jarra con caña de mano en mano, por que de este modo pueden dispersarse velozmente si llegan a venir buscando gente para alistarlos al ejército y mandarlos a la frontera.
Estas casas hacen también las veces de posta, y tienen una docena de caballos pastando al fondo, cerca de la casa. En ocasiones organizan corridas de sortija o juego de taba.
Los dueños de pulperías residentes en lugares apartados de todo centro de población, viven al parecer sin ninguna protección ni garantía en cuanto a sus personas y bienes.
De la pulpería salen en ocasiones tres o cuatro hombres juntos acentuando sus pasos, el rastrilleo de las espuelas, suena como chasquidos de grillos. Alguno de ellos medio borracho, pero en un momento todos están a caballo con presteza, y nada de embestidas infructuosas para montar o de tirones de rienda ni de entiesamientos del cuerpo en posiciones desairadas al hallarse ya a caballo, ni tampoco un fuerte golpear de la pierna del otro lado de montar, ¡esto no se ve jamás! entre aquellos centauros que lentamente comienzan a cabalgar. Aquella persona pasada de bebida se mece de un lado a otro, pero el caballo parece sostenerlo a cada balanceo manteniendo el equilibrio merced al firme agarre de los muslos del jinete.
Adentro algunos más confiados ríen mientras se empieza a escuchar el gangueo de una guitarra desvencijada con cuerdas de tripa de gato y remendada con tiras de cuero. Si algún payador se presentara en el momento todos le otorgan el derecho de tocar algunos compases y luego irrumpe con un canto bravío prolongando las vocales finales en la nota más alta que le es posible dar.
Y así sigue esta función donde los gauchos no dejan de convidar alguna copa al músico, mientras tengan un centavo se lo gastan de esta forma, ellos no le dan valor alguno al dinero.
Nosotros pasaremos la noche y de madrugada pensamos continuar con el viaje, a lo que nos aconsejaron llevar pan, por que según ellos mismos las pulperías que están mas alejadas de los pueblos normalmente no lo tienen, y tendríamos que alimentarnos solamente de carne como es costumbre la campaña.
La madrugada ha llegado y para sorpresa nuestra, es la mujer del pulpero quién nos atendió para el desayuno, evidentemente toda la familia participa en estas casas.
Y nos vamos, nos vamos muy lentamente, igual que aquellos gauchos pero en el tiempo, hasta llegar a la actualidad para decirles que: mientras transcurría esta lectura, fuimos utilizando frases de estos autores:

Emeric Vidal............Ilustraciones pintorescas de Bs. As. Y Montevideo en 1819
Carlos Darwin.........Viaje de un naturalista alrededor del mundo 1832-1833
Wiliam Mac Cann....Viaje a caballo por las provincias argentinas 1847
Horacio Armaicnac.Viaje por las pampas de la república Argentina 1861
Ministerio de Educación de la provincia de Bs. As. 1961
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Un artículo sobre "La Carreta"

La Carreta

Para entrar en este tema, nos debemos remontar al siglo XVIII y XIX y tomar datos de aquellos viajeros que por un motivo u otro atravesaron nuestro querido territorio.
Por Ej. nos dice Alejandro Guillespie en su libro La cultura argentina del año 1806: “
este día vi muchas lechuzas, que se meten bajo la tierra, y cruzamos una tropa de sesenta carretas...
Siempre viajan en número para defenderse, pues de otro modo las carretas serían asaltadas por los indios pamperos, que habitan las llanuras de su camino”.
Concolorcorvo (seudónimo) de Calixto Bustamante en su libro El lazarillo de ciegos caminantes del año 1773 dice: “en viajes dilatados, con carga regular de ciento cincuenta arrobas” (o sea:1725 Kgrs.) “la tiran cuatro bueyes, de los cuales los dos de adelante se llaman cuarteros”, los otros dos son pertigueros.
Pero tanto el ya citado Alejandro Guillespie, y otros autores que más adelante estaré mencionando como por ej.: Francisco Millau en su libro Descripción de la provincia del río de La Plata del año 1772 dice: “Lleva regularmente cada carreta tres yuntas de bueyes, y en pasos malos de cuesta o barriales se añaden otras que se llaman cuartas,” claro está que se refiere a cargas de doscientas arrobas (o sea: 2300 Kgrs.).
Y ya que estamos metidos en el tema hablando de bueyes, vamos a hacer referencia de lo que dice Rafael Darío Capdevila en su libro El habla paisana a cerca del buey: “Vacuno macho y castrado,”. Algunos de sus pelajes mas comunes: “el yagüané, el barcino, el osco u hosco, el barroso, y el bayo”. Y un buey corneta es: “Al que le falta un cuerno”.
Continuando con Francisco Millau, la carreta “lleva para su gobierno dos peones, uno a caballo y otro adentro en la parte delantera para manejar la picana con que gobierna los bueyes.
Este en ocasiones se sienta sobre el yugo en un asiento llamado blandura.
La picana está conformada por una caña tacuara que puesta como en balanza, cuelga de una vara que sobresale del techo de la carreta como un metro y medio, y su sostén se denomina trabilla.
Esta picana puesta en equilibrio sirve para picar los bueyes sin esfuerzo alguno.
También otros autores mencionan la picanilla, cantramilla o contramilla, que sirve para picar los bueyes pertigueros.
Ya que nos referimos al modo de incentivar los bueyes, vamos a ver que dice Juan Carlos Pirali en su libro Historia del transporte en el pago de Dolores a cerca de cantramilla: “Aparato punzante que pendía de la picana sobre el lomo de los bueyes. Al comienzo, el estimulante era sonoro, pero luego se suplantó por uno en forma de pera.”
La carreta se compone de una viga llamada pértigo, que a modo de vara sirve para uncir los bueyes (atar), según Concolorcorvo “unidas con el pértigo por cuatro varas o varejones que se llaman teleras, forman el cajón”, (...) “Sobre este plano lleva en cada costado seis estacas clavadas, y en cada dos va arco que, siendo de madera o especie de mimbre, hacen un techo ovalado”, el cual va cubierto con cuero de toro cosido.
Los costados se cubren con junco o totora y el efecto de enjuncar se llama “quinchar”.
El eje va fijo a la carreta y las ruedas son de aproximadamente tres metros de diámetro.
La construcción no tiene un solo clavo todo es de madera, claro está que esta expresión es para las carretas más primitivas ya que Tito Saubidet nos dice en su libro Vocabulario y refranero criollo: las ruedas “suelen ser de lapacho con grampas de hierro y muchas veces van envueltas en lonjas de cuero para reforzarlas; el eje es frecuentemente de naranjo.”
Según Francisco Millau dice:“Va siempre acompañada la tropa de bastante caballada y una numerosa boyada, entre la que va mezclada una porción grande de terneros, para comer diariamente carne fresca;”.
Las tropas hacen sus paradas de noche cerca de algún arroyo donde se encuentre leña, a excepción de tal o cual paraje sabido. Si el día es sofocante de calor se detienen al mediodía para descansar, y si la noche es clara aprovechan para continuar su marcha.
Siempre aprovechan las paradas para dar cebo a las mazas de las ruedas.
Estas caravanas no hacen más de cinco o seis leguas por día.
Al detenerse las carretas se disponen en circulo formando una empalizada en medio de la cual encienden fuego para asar y ahuyentar las bestias feroces, dos o tres hombres hacen vigilancia mientras los demás duermen en el suelo o en la carreta.
Siempre tienen caballos alistados por cualquier eventualidad.
Según el ya mencionado Darío Capdevila, “La carreta -tal y como fue conocida en nuestras pampas -fue un vehículo de transporte y carga típicamente argentino, que cruzaba la campaña en distintas direcciones. Conducían toda clase de mercaderías, enseres y frutos del país como cueros, lanas, granos, madera, etc. En las expediciones militares o fundadoras de pueblos transportaban los bastimentos y municiones de boca, como también herramientas de trabajo y materiales de construcción destinados a levantar empalizadas y ranchos.
Según Bartolomé Ronco en su libro Vocabulario de la carreta criolla nos dice en un texto referido a la construcción de las carretas: “Las primeras carretas que recorrieron nuestro suelo fueron exclusivamente de madera, sin hierro alguno, y con costados y techo de paja, recubierto de cueros vacunos, porque su lugar de origen fué el norte argentino, donde, en la época de su origen, no era fácil aplicar otros materiales que los expresados. En cambio, las carretas de la provincia de Buenos Aires, posteriores a las de Tucumán, tenían eje de hierro y argollas y cabezales del mismo metal,
Darwin observó en 1833 que las carretas de Buenos Aires “eran muy largas y estrechas, pero aun más grandes que las originarias tucumanas de castillo, quinchadas de simbol y juncos,”.
Dice Tito Saubidet: “Según el registro estadístico de la provincia de Buenos Aires, correspondiente al segundo semestre del año 1824, el movimiento de carretas entradas a la ciudad, procedentes de la campaña, era de 11.458 carretas de media carga y 2.591 de carga entera. De las provincias interiores entraron 72 tropas de carretas con el peso de 38.435 quintales” (o sea: 1768 Tn.) “y 82 arrias de mulas con 16.027. Salieron 33 tropas y arrias con 16.674 quintales.” (o sea: 767 Tn.)
Esto es por si alguno le quedan dudas que la patria la hicieron los criollos.
Después de haber citado estos autores les digo que lo que más me asombró, es la descripción que hace Xavier Marmier en su libro Buenos Aires y Montevideo en 1850, él dice: “mastodonte de la carretería, que parece exhumada de las capas seculares de la antigua barbarie gala. Emplean todo un árbol en su construcción, una viga entera para lanza, otra viga para el eje y no sé cuantas ramas gruesas para llantas y rayos de las ruedas, que tienen diez pies de diámetro.
Sobre el eje va colocada una especie de arca gigante como para recoger todas las especies animales en caso de naufragio;” (...) “puede decirse de estas tropas: son los navíos de la pampa.
Un comerciante las fleta en Mendoza o en Santa Fe como si fueran barcos, las carga de maderas, de frutas, de cueros, o de otros productos y las expide a su consignatario en Buenos Aires. Este último las devuelve con cargas de paños, muebles o licores. De esta manera los productos de la industria europea van, desde los muelles de Havre y Liverpool, hasta el pie de los Andes.” (...) “El carretero queda en la plaza sin ocurrírsele ir a ver el obelisco de la plaza de la victoria ni la magnificencia de la calle del Perú.
La carreta es su casa y su almacén. Durante el día trabaja en cargarla o descargarla. Por la noche sirve para dormir.” (...) “Será difícil que en el grupo ambulante falte algún músico que, acompañándose con su guitarra cante alguna canción. Si a este concierto, que a menudo se acompaña con estallidos de risas, se le agrega una botella de caña, todos se sienten felices
,”
Y ahora sí, cerrando este artículo les digo en lo personal: !ay¡ si pudiese viajar en el tiempo, no titubearía ni un solo segundo en retroceder hasta entonces para poder compartir con ellos en todas sus alternativas de marcha.
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viernes, 7 de mayo de 2010

Mi visión de hoy, con el ayer

¿ Te Acordás ?

¿Sabes qué?: Yo soy de una época distinta, me crié jugando con un caballito de palo, con trompos, el yoyó, con el balero, todos de madera, aunque el último, en ocasiones se improvisaba de lata, también a las bolitas, barriletes, barquitos de papel, y por su puesto no podía faltar la pelota.
Figuritas, las que utilizábamos para jugar contra alguna pared, y con ellas completar un albun que: “era posible llenarlo”, y por lo general el premio valía la pena.
Las nenas jugaban a la payana, rayuela, o con muñecas, y si algo hemos compartido, era algo así como denenti.
Y fui creciendo en un ámbito donde el entretenimiento eran estas cosas, la gomera, películas los sábados por la tarde, y cuando llegaba carnaval, todos jugábamos, la participación era total, inclusive los grandes también jugaban entre vecinos.
No faltaban las tardes de kermesse, que se hacía en una escuela o club de barrio, donde había juegos de destreza, como por ej. : tirarle con una pequeña pelota de trapo, (por lo general hecha con medias) a una pila de latas, que estaba dispuesta en forma de pirámide arriba de una tabla, el juego consistía en no dejar ninguna lata sobre la tabla, con dos pelotas solamente.
Otro juego era con una caña con hilo y un ganchito en la punta, tratar de pescar unos patitos artificiales que tenían una argollita, y éstos flotaban en una pileta de lona, si lograbas pescar uno en un tiempo determinado, el pato tenía debajo un número que correspondía a un premio, que estaban todos en una estantería, pero hasta no ver el número, era imposible saber a que premio correspondía cada pato, parece fácil, pero el inicio del tiempo se ponía en marcha cuando la persona que tenía a cargo ese juego, le pegaba con la mano a la pileta de lona.
Y así infinitas eran las ocurrencias para fabricar un juego, ¡ ahh! Me olvidaba del sapo, pero este, ya estaba en todo club de barrio, era infaltable.
El club abría por la tarde, ya pasada la hora de la siesta, y ponían música a los cuatro vientos, allí concurríamos entonces para jugar billar, o a las bochas, mientras en una mesa, los mayores compartían un vino jugando al truco.
No faltaban motivos para encontrar algo que festejar, y entonces el club, organizaba una fiesta donde jugábamos carrera de embolsados, o subir al palo enjabonado. Por supuesto que había cena y baile, donde cada cual llevaba algo para comer, y la comisión del club, hacía empanadas y pasteles, para vender, y así juntar unos pesos.
La fiesta siempre se desarrollaba con tranquilidad, salvo alguno medio pasado de bebida, pero enseguida dos o tres se encargaban de apartarlo, y todo volvía a la normalidad.
Pero hoy me desconcierta ver los chicos encerrados y cambiando todo esto por distintas pantallas, ya sea televisión, computadora, o celulares.
Que lástima, no se dan cuenta que: "es el aparato el que juega por ellos".
Ya el ámbito familiar, prácticamente no existe, ellos están solos la mayor parte del día, y cuando llega la tardecita o noche, los mismos padres le ponen plata en el bolsillo para que se vayan a algún ciber a jugar con otras pantallas.
El problema es que todo es virtual, ya, hasta a ellos los veo virtuales, están como en suspenso, sedientos de modernismo, incitados por lo foráneo, y pensando que es el país el que les tiene que poner la comida en la boca, y brindarle una seguridad que ni ellos tienen de si mismos.
No saben lo que es “NÓ”.
Todo lo quieren “YÁ”.
Y ni que hablar de sentimiento patriótico.
En fin, la culpa es nuestra, no nos olvidemos que el cambio de la mamá por las diferentes pantallas, esta impuesto, por nosotros mismos.
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martes, 27 de abril de 2010

Algo de mí

Semblanza

Sofocao por el calor
que acecha el clima de enero
cuando febo en su esplendor
viene fundiendo parejo,
desplomao en un cajón
con un cuero de cordero
miraba pasar la vida
mateando bajo el alero,
y entre amargos y silencios
se me planta algún recuerdo
que me lleva a un por qué
soy de gaucho sentimiento.

No me he criao entre fogones
ni es que soy de campo adentro
pero ya cuando muchacho
champurreaba algunos versos.
Será porque en mi familia
memorándolo a mi abuelo
a muchos les escuchaba
estrofa de sus recuerdos.

Tal vez tenga algo en mi
en las venas de mi cuerpo,
un rebrote de la sangre
reverdeciéndose a pleno,
¿Será un alma de ese ser,
mezcla de indio y europeo?,
aquel que llamamos gaucho
de piel curtida y moreno
que se habrá plantao en mí
pa' poder ir resurgiendo.

O simplemente tal vez
soy paisano de este pueblo
que refleja en su cantar
las cosas del pensamiento
Y de ahí será en cuestión
que sentao en algún güeso
de una cabeza de vaca
me gusta estar junto al fuego.

Por eso es que aquí bien firme
hablándoles muy sincero
les dejo esta versión
como si juera un floreo.
Tendré que luchar muy duro
mesturao con lo moderno
pero tengo mucha fuerza
y hasta un criollo sentimiento,
y ansí, cuerpeando los años
mientras a mi me dé el cuero
voy a seguir por la güella
aunque el barrial sea espeso.

Y andaré por todas partes
como paisano surero
en donde haiga un sendero
desde La Quiaca a Malvinas
tranqueando nuestra Argentina
diciendo versos camperos.
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Para una milonga a "La Plata"

Milonga Platense

Milonga de son campera
plantá tu estirpe con garra,
y hacé temblar mi guitarra
con vibraciones sureras.
Vení invitando a quien quiera
y entreveralo a florear,
que se empiece a preparar
aquel que unos versos trence,
pa’ la milonga platense
que ya me pongo a cantar.

Traés herencia pampeana
capital de Buenos Aires,
que asentada con donaire
erguís tu estampa galana.
Tenés el alma pampeana,
y de gaucha, el corazón
por ser hembra, la creación
que como criolla nos diste,
si de tu vientre pariste
festejar la tradición.

Sos la cuna del saber
de mente clara y despierta,
con facultades abiertas
para el que quiere aprender.
Un perfume de mujer
que en tilos te identifica,
carisma de patria chica
de aguerridos inmigrantes
que han forjado en tu semblante
la impronta que lo rubrica.

Hay un ser particular
en la gente que te habita,
donde se ve y se palpita
un encanto singular.
Y hasta algo peculiar
donde uno se despacha
y hasta la vista se empacha
enancándose en un sueño,
con la cadencia de ensueño
del andar de tus muchachas.

Velay, La Plata ciudad,
que lindo haberte cantado,
y a todos los que han floreado
se agradece de verdad.
Con aire de calidad
por tus calles arboladas,
y plazas iluminadas
donde la gente trasnocha. . .
mil gracias a Dardo Rocha,
por esta ciudad soñada.
nestor-cuenca.blogspot.com

martes, 13 de abril de 2010

Un cuento muy cortito "Inconformista"


Inconformista


Mejor le pongo un tronco más grande, a ver si así se templa un poco la casa, tan solo, algunos de los últimos rayos de sol vinieron a acompañarme, como queriendo avisar que hay un poco de humo, pero no importa, habrá que aguantarse.
Hice todo lo que pude para arreglar la estufa, lo traje al albañil que le hizo unas reformas, y nada; lo mismo que con la luz, lo traje al electricista, y dijo que lo mejor es alternar los distintos tipos de lámpara, que de ser posible, mezclar luz blanca y luz ámbar, con luz día y que sé yo. . .
Le dije que haga lo que tenga que hacer, y tampoco, igual que el médico, ese, es otro; él dice que no siento el gusto de las cosas por el cigarrillo, que no sé que pasa con el alquitrán, y yo le pongo tanto azúcar al mate que hasta me está descompensando el organismo, y sin embargo, fumo muy poco, prácticamente nada.
Y aprieto el tronco contra el fuego tratando llevarlo bien al fondo, a ver si así sale menos humo, ah!.. dijo el albañil que la estufa está bien, que el que quiere hacer más fuego de lo que corresponde soy yo.
Lo hablé con un arquitecto, y me dijo que existe una relación (puerta – chimenea), que eso es inalterable, y que además el fuego tiene que ser relacionado a su tamaño, pero yo tengo frío.
La vez pasada, unos amigos la elogiaban tanto, que... ¡cómo calienta!, al igual que toda esa parafernalia lumínica de galáctico diseño que hizo el electricista, pero sin embargo, yo digo que a esta luz, le falta un brillo especial.
Y así estoy, en penumbras, intentando saborear un mate insulso, todo arropado contra el fuego, pensando: ¡como cambió mi vida desde que vos te fuiste!
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Una poesía para milonga "Papel de diario"

Papel de diario

Vení milonga campera,
quiero oír tus vibraciones,
traé del tiempo tus sones
que acá mi pluma te espera.
Por milonga corralera
va este ritmo centenario
que viene a mi comentario
de las actuales cuestiones,
cantándole a las funciones
que tiene el papel de diario.

Lo primero que se busca
si se trata de hacer fuego,
es un diario desde luego
y unas que otras charamuscas.
Al vidrio, pa’ que se luzca
diario húmedo se emplea,
si no quiere que se vea,
con diario es que lo tapamos,
siempre función le encontramos
aunque tal vez no se lea.

Te han doblado muy chiquito
de hacer falta un espesor.
Y yo lo he visto al pintor
hacer con diario un gorrito.
También has sido barquito.
Fuiste parte de los cuetes.
Y supiste ser juguete
de entusiasmado cariño,
en la ilusión de los niños
subiendo en un barrilete.

Varios auto’enmascarastes
preparados pa’ pintar.
Y a los platos pa’ llevar
vos papel los separastes.
Muchos bolsos rellenastes
pa’ que se puedan vender.
Y hasta es cosa de no creer,
que al desarmar muebles viejos,
siempre de tras del espejo
algún diario suele haber.

Vos le abrigastes el pecho
a todo el que anduvo en moto.
Y al que supo andar de croto
lo acunastes en tu lecho.
Nadie te vio con despecho
si de envolver se trató.
Si algún zapato ajustó
con diario húmedo, fue.
Y quien no en papel mayé
lindos muñecos armó.

Así quise homenajearte,
dicho en milonga campera,
y como el tiempo no espera
me llevo el diario a otra parte.
Me despido al dedicarte
a aquel que con desimulo,
te fue arrugando, calculo
ajándote suavecito,
pa’ no andar mordiendo un grito,
si es que arrancás algún rulo.
cuetes : chohetes
mayé : maché nestor-cuenca.blogspot.com

Un cuento "Marcos"

MARCOS

¡Sentado!, esa es la imagen que aún perdura, es el recuerdo que me queda con el paso de los años, ¡ahí! sentado en ese cajón ya desvencijado por el tiempo, desvencijados los dos: (el cajón y él), aunque se nota que él había sido alto, de piel cobriza y algunos vestigios de rasgos quechuas, delgado, sin barba, aunque no era común encontrarlo afeitado, sus rodillas superaban en gran medida el nivel de ese cajón que a modo de blandura tenía un cuero de oveja.
Esta posición de rodillas elevadas daba la posibilidad de aprovechar para apoyar sus codos, mientras que sus manos extendían un pañuelo sobre el brasero.
Había que acercarse de costado a saludarlo y. . . no era muy amable para eso que digamos; yo diría que más bien, fue hombre de saludar erguido, con un apretón de manos, poniéndose el sombrero en el pecho y con un alegrón de saber que alguien venía a pedir una gauchada.
Eso se podía ver en su frente, cada arruga era una hendija que dejaba ver su pasado;
como el caso de un paisano vecino, que se llegó hasta su rancho con el caballo de tiro por que era animal muy inquieto, y resulta que Don Marcos con un cambio de pisada y unas vueltas murmurando alrededor, terminaba diciendo: -Solucionao Don Nicandro-.
Lo mismo sucedió con otro que le trajo un potrillo agusanado, entonces él, con sus tejes y manejes, hacía que los gusanos se salgan solos, y no vaya a ser cuestión que quisieran pagarle, de ninguna manera; por ahí le aceptaba un cigarro, pero para fumarlo mientras hablaban de caballos y demás.
Por otra, apenas se vislumbra un recuerdo cuando de chico, (huérfano él), criado en diferentes estancias, iba haciendo lo que podía, de los galpones a los corrales, boyereando, y en una fiesta meterse pasteles en un saco, que era de grandes dimensiones para su tamaño, pero era así, se ponía lo que le daban, y aprovechando entonces el tamaño de sus gigantes bolsillos, llevaba los pasteles a esconder, porque él, vivía galgueando, entonces guardaba, -pa’ cuando no haiga-.
También se puede ver cuando reunidos los mayores alrededor de un fogón, no faltaba aquella persona que . . . como queriendo saber su reacción, le convidara una pitada, pero éste,
además de aceptar, le prendió el cigarro del otro lado, (de travieso nomás), al quemarse la boca este mensual entre conversaciones paisanas optó por girarlo pensando que estaba al revés, pero se quemó nuevamente y refregándose la boca, se dio cuenta de la travesura, lo buscó con la mirada, pero ya se había ido, y moviendo la cabeza para ambos lados, mientras el resto de la rueda festejaba a carcajadas, dijo: ¡éste Marquito! . . . y aunque fuese una travesura, esto para él, ya era motivo suficiente de salir en busca de un nuevo lugar de trabajo.
En otra de esas se lo ve ya más grande y carretero, llevando bártulos de un pago a otro; este transporte tirado por bueyes y netamente argentino ya estaba en decadencia en ese entonces, de todos modos, fueron varios . . . los años en carreta que ocuparon su vida.
Él, no tenía nada material, solamente lo puesto, y lo más asombroso es que tampoco quería tener, pero se brindaba todo; es más, siempre tuvo su gallinero, su quinta y de una gran variedad de verduras y algunos frutos, pero nunca vendió nada, aún, cuando alguien venía en busca de algo para la olla.
Ante sus hijos era muy severo, sin muchos requisitos tal vez, pero guay que le vengan con quejas de alguno de ellos, los cuales tuvo muchos, (todos los que pudo).
Apegado a sus costumbres de la vieja usanza, se sintió acorralado cuando la población empezó a comprimirlo y . . . no lo soportó, y salió . . . salió como esa espina que clavada en la carne uno le ejerce presión con los dedos, hacia el único lado libre, en este caso,“el campo”; y allá estaba, solo, del otro lado de la cañada; debido a las empantanadas huellas, había que ir en carro a visitarlo, sus hijos iban de cuando en cuando y . . . como dijera Doña Celestina: -Chee . . . vayan a ver al viejo- . . . -llévenle ropa limpia-. Y allá se lo encontraba, se había hecho un ranchito de barro, y a su manera de ser, no le faltaba nada; entre algo que plantaba, algo que podía cazar, y si algún animal tenía, la podía rebuscar; siempre tenía grandes tortas fritas
colgadas de un alambre, tan grandes como el sartén lo permitía; luego de algunos mates, éstos emprendían el regreso, volviendo con zapallos, sandías, tomates y algunas tortas.
Pero el tiempo pasa y no hay duro que no se ablande ni rudo que no razone, y entonces, otro pago los vio llegar a gran parte de la familia, algunos de sus hijos ya habían formado la suya, y todo empezó nuevamente donde yo lo conocí.
Marcos, era una persona del dicho, el verso y el refrán a flor de labios, era el personaje del entretenimiento en cada reunión, no faltaba quien buscara un motivo para darle pie, o le preguntara: ¿como era Don Marcos aquella historia de esa vez que?. . . y eso ya era suficiente para que la fiesta tomara un rumbo campechano.
Él, era de un modo de vida muy sencillo; no había concepto ni filosofía, -pa’ que-, simplemente “sobrevivir”, eso es todo.
Aunque yo lo conocí en sus últimos tiempos, así y todo con su pila de años encima, tenía la estampa de alguien que había trajinado toda una vida pero con el espíritu suficiente para irse con sus costumbres a cuestas; todo eso se podía ver cuando yo, aún pequeño, me acercaba a darle un beso a mi abuelo, que estaba allí, sentado en ese cajón.
Me hubiese gustado haberlo conocido en su esplendor, el de sus años mozos, y acompañarlo sentado al pértigo talvez, en esos viajes que hacía, para charlar en criollo y trenzarme en versos; . . . pero cada uno de nosotros tenemos el destino marcado y posiblemente todo esto que yo veía, fue para que la rueda siga andando y entonces hoy, esté representado en mi persona en cada reunión de los pocos que van quedando en la familia.
La última vez que lo vi, estaba acostado; habíamos ido -“pa’ las casas”- (como dijera él), (esas casas, era el rancho de mis abuelos), donde todos los domingos se juntaba gran parte de la familia, pero esa vez había un panorama diferente, me dijeron: el abuelo se acostó ayer igual que siempre, se durmió y todavía no despierta . . .
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Un artículo ¿de donde venimos? "Amalgama"

¡ Amalgama !


Pareciera que a veces quedan dudas sobre nuestra identidad, como que no esta bien en claro de donde venimos, como se formó el ser argentino y fue macerándose con el correr del tiempo, entonces, para encarar este tema, los invito a remontarnos al siglo XVI, que así podemos empezar a darle forma a la cosa.
Tiempos en que nuestro territorio se veía invadido por distintos colonialismos europeos. Sin desviarnos del tema ante el avasallamiento nativo, pero sí destacando la cruza que se formara entre ambos continentes.
Sabido es que ya no quedan Querandíes, Charrúas, Onas, Huarpes, Comechingones, etc. pero por suerte si hay Mocovíes, Guaraníes y otras etnias. En fin solamente quise traerlos a la memoria para poder aclarar esta fusión.
Son demasiados los autores, viajeros, que nos dejaron su testimonio, en aquel entonces aquellos colonialistas eran en su mayor parte hombres, y sabemos que el primer trato con los nativos fue bueno.
De tal forma que ha llegado a llamarse por los mismos europeos como “el paraíso de Mahoma”.
¿Pero que pasaba con aquellos niños nacidos de esta cruza? (Madre aborigen con Padre europeo) vaya uno a saber como ha sido el trato, de todos modos, en todas partes se cuecen habas.
Recordemos que: según el ingeniero francés Alfredo Ebelot en los datos tomados en su viaje por estos pagos a mediado del 1800 nos cuenta en su libro La Pampa :
“Y ¡miren un poco cuántas complicaciones de besos furtivos y de chanzas inesperadas ocurren en los fenómenos de la creación de una raza! El tal cacique no era de sangre pura; su padre fue un francés quien habiéndose ganado la simpatía del cacique anterior, había solicitado y conseguido la más bonita de sus mujeres.”Dice Samuel Haigh en Bosquejos de Buenos Aires, Chile y Perú en 1818 refiriéndose a los malones de indios: “Matan todos los hombres, viejas y niños, y se llevan consigo las jóvenes que tienen la suerte de agradar a su fantasía,(...)”.Según Acarette en su libro Viaje al Río de La Plata y al Perú en sus dos viajes 1657 – 1659 y 1660 – 1663.“Los negros provienen de la Guinea; los mulatos son hijos de un español con una negra; los mestizos son nacidos de un español y una india; los zambos de un indio y una mestiza: todos se pueden distinguir por su color y sus cabellos.” (...) “De esta suerte, los españoles, los portugueses y sus hijos (entre los cuales los nacidos en el país son llamados criollos, para distinguirlos de los nativos de España) y algunos mestizos, forman la milicia, ...”.Concolorcorvo o sea: (Calixto Bustamante Carlos Inca) en El Lazarillo de ciegos caminantes en 1773 hace mención de mestizos en el “RESUMEN DEL NÚMERO DE ALMAS QUE EXISTÍAN” en el año 1770 en la ciudad de la Santísima Trinidad y puerto de Santa María de Buenos Aires nos cuenta que: “también hay 8 compañías de indios y mestizos, de a 50 hombres, ídem.”Cuenta Yuyú Guzman (Nedy Beatriz Guzman de Toscano) en su libro Estancias de Azul que según Alfredo Vitón en “El Río de sangre” que son las memorias de los primeros pobladores de San Serapio Mártir del Arroyo Azul (Estancia San Luis) aclara : “E indica que no puede referirse al campo legendario de antaño, sin mencionarse a las antiguas peonadas.” (...)
“Estos peones aindiados, cruza de blanco con indio, eran domadores, peones de arreos y de tropas, peones de campo, de a caballo, y llegaron a ser buenos puesteros,” (...).
Emeric Essex Vidal en Ilustraciones Pintorescas de Buenos Aires y Montevideo en 1819 sostiene:
“Por lo general, estos pastores son robustos y sanos, especialmente los mestizos, o sea los hijos de españoles e indios. Nunca se les oye exhalar ni la más mínima queja cuando estan enfermos, ni aun cuando sufren los más horribles dolores”.Así se refiere Ventura R. Lynch en Folklore Bonaerense 1806 – 1831: “Este gaucho, que puede decirse el descendiente de dos razas, la blanca y la cobriza, sentía correr por sus venas la ardiente sangre de los andaluces y la belicosa de los querandíes. (...) Valiente, atrevido y generoso, sacrificaba en aras de su lealtad hasta sus más sagradas afecciones”.Mario A. López Osornio en su libro Viviendas en La Pampa manifiesta: “El gaucho constituyó un ente especial dentro de la etnografía americana. Hijo de españoles e indios heredó de ambas corrientes distintas características mejoradas en el mestizaje. Fue audaz, valiente y despierto. Su imaginación fue tan activa como flexible fue su cuerpo adaptado al medio. No tuvo vinculaciones con sus ascendientes genealógicos”.Cuenta Alejandro Magariños Cervantes en Estudios históricos, políticos y sociales sobre el Río de la Plata en 1854: “el gaucho reúne en su carácter mucho de la energía independiente de la raza guaraní, y mucho de la fortaleza de hierro y extraordinario valor de los primeros conquistadores.”.Roberto B. Cunninghame Graham en El Río de La Plata 1870 nos relata las charlas de fogón: “Los hombres que en estos decires se entretenían eran por lo general altos, cenceños y nervudos, con no pequeña dosis de sangre india en sus enjutos y musculosos cuerpos.”Afirma Martiniano Leguizamón en su libro póstumo, La cuna del gaucho en 1939: (...), el gaucho en que se mezcló la sangre ardorosa del español con la brava del indio, supo domar su fiereza salvaje con la boleadora y con la daga de hoja toledana que el conquistador trajo pendiente del cinto, (...) .Según Pablo Emilio Pizarro de su libro Afirmación Gaucha en 1943: “Entendemos, por eso, que los rasgos señalados del “Gaucho” pueden derivarse, pero sólo en parte, de la herencia puramente biológica o de la sangre, por medio de la cual el caudal y el vigor instintivo, la resistencia, la sobriedad y la especial riqueza vital impulsiva de la sangre india y española se trasmitieran acopladas,”.Dice Hugo Chumbita en un artículo publicado en “El Federal” 5/5/06 Manuel Belgrano, por la rama materna, y Juan Manuel de Rosas por ambas ramas, descendían de los hijos de madres guaraníes que trajo Garay desde Asunción para refundar Buenos Aires.”Y de Don Atahualpa Yupanqui traemos la cuarta estrofa de “El payador perseguido”:

Eso lo llevo en la sangre
dende mi tartarabuelo.
Gente de pata en el suelo
fueron mis antepasados,
criollos de cuatro provincias
y con indios misturaos.

Y ahora si, se pueden imaginar, yo soy de apellido Cuenca, y cuando suena un paso doble, se me van las patas. Pero si reviso la memoria, cuando yo era niño, mientras esperaba sentado a que mi madre trajera la comida, golpeaba con los dedos índice sobre la mesa, un ritmo que nadie me había enseñado, y que curioso con el tiempo descubro que ese ritmo era loncomeo.
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Una poesía romántica "Amor Celestial"

Amor celestial

El mar, se muestra imponente,
la tarde en mágico encanto,
desata anciosa su llanto
sobre rubia arena ardiente.
Tu te integras de repente
a esta escena natural,
muchacha tierna y sensual,
como de un cuento de hadas,
que arrebatas las miradas
con tu estampa angelical.

El cielo se ha despejado,
por tu presencia imagino,
y en un azul cristalino
la tormenta se ha esfumado.
Con los párpados cansados
la tarde se va a dormir,
y yo empiezo a presumir
impregnado de hermosura,
que la noche me aventura
dulces sueños por vivir.

Mira el cielo de reojo
con un lucero encendido,
como sintiendose herido
por el fulgor de tus ojos.
Y un ocaso en labios rojos
oculta el sol en tu pelo,
que esta escondido por celos,
y tu rostro reflejado,
es un espectro encantado
con metáforas del cielo.

Asoma la luna llena,
redonda como medalla,
que está admirando en la playa
tus encantos de sirena.
Tu te sientas en la arena
soltando tu pelo al viento,
y yo entiendo en el momento
de caer entre tus brazos
que al fundirme en tu regazo
he llegado al firmamento.
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Una poesía muy dura "El último amigo"

El último amigo

Amigo... no quiero herirte,
pero aunque parezca extraño,
ya el correr de los años
me han hecho endurecer,
y si me aguante hasta ayer
fue por no contradecirte,
pero hoy, vengo a decirte
nos has hecho mucho daño.

Los amigos se alejaron,
no va quedando ninguno,
se fueron yendo de a uno
por tu actitud agresiva,
mientras tus expectativas
en el boliche quedaron,
y tus intentos, fallaron
queriendo arrastrar alguno.

Te acordás del colorado,
fue en apartarse el primero,
y yo, me jugué entero,
defendí tu posición,
no analicé la razón
y pasó lo inesperado,
también se apartó el pelado
el gringo y el misionero.

Todos ellos imagino
se equivocaron, ¿pregunto?,
porque, cerrando este asunto,
los amigos puede ser,
pero ahora, tu mujer
también el mismo camino.
Vos quedate con el vino,
yo veré con quién me junto.
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