miércoles, 26 de mayo de 2010

ESENCIA PAMPEANA

Pialé sonidos del viento
pa milonguear de regreso,
y aunque aflojando los huesos
más que firme el sentimiento.
Rienda suelta al pensamiento
le viá dar en la ocasión,
entre la luz del fogón
y el resplandor del lucero,
me verá de cuerpo entero
reflejao en mi canción.

Yo soy pa' las vizcacheras
el verde intenso raleao,
y pal criollo conchabao
soy la faja de arpillera,
soy la aldaba de tranquera
hecha en cadena con gancho,
soy el horcón de los ranchos
y de ello estoy orgulloso,
y soy el palo lustroso
ande se rascan los chanchos.

Soy lonja de cuero crudo
dispuesta en cualquier apronte,
soy tala viejo del monte
de copa grande y raisudo,
soy la cueva del peludo
entre ráice entreverada,
y en una olla tiznada
yo soy ese guiso macho,
y unto sin sal pal empacho
de la última carneada.

Soy el viejo caronero,
el palenque de caldén,
soy paragolpe del tren
por vigornia pal herrero.
Soy ese fierro crotero
pa' un churrasco chamuscao,
y soy el poncho encerao
aguantando el temporal,
y en la espera de un mensual
soy aquel cigarro armao.

Soy corral de palo a pique
seguro, como ninguno,
son las cosas que reúno
pa' que el criollo las mastique.
Soy bravura del cacique,
soy del nutriero, la trampa,
el viejo mate de guampa,
soy tañido del cencerro,
el alma de Martín Fierro
soy la esencia de La Pampa.
nestor-cuenca.blogspot.com

viernes, 21 de mayo de 2010

Una poesía al fuego

A fuego'e leña

Habrá de ser lo primero
que se llegó a descubrir,
y hoy te voy a distinguir
en mis mentas de trovero.
Yo poniendo mucho esmero
me preparo pa' hilvanar
y estos versos recitar
en fogón o alguna peña:
¡calorcito 'e fuego a leña
a vos te quiero cantar !.

Te imagino en las cabernas
y después con el indiaje,
entre gauchos, paisanaje,
con tu llama siempre eterna.
De manera muy fraterna
protejiste' al ser humano,
acompañaste' al cristiano
y cuando el frío más azota,
vos secaste' un par de botas
o las pilchas de un paisano.

Compañero abrasador
ya de años muy remotos,
del más rico hasta los crotos
precisaron tu calor.
Cocinaste' al asador,
en parrillas y en brasero,
y en esos inviernos fieros
en la olla 'e fundición
vos cicistes chicharrón
o algún criollazo puchero.

Calentaste' el horno 'e barro,
la caldera de aquel tren,
y en un solo santiamén
calzaste la rueda 'e carro;
derretiste' en un tarro
la grasa de una carneada,
y en más de una madrugada
cobijastes al carrero,
y a su arcilla, el alfarero,
la cocinó en una horneada.

Puntal de la construcción
cocinando los ladrillos,
pa' las casas y castillos
y una que otra mansión.
Si usté busca inspiración,
en silencio y a lo oscuro,
prenda un fuego y le aseguro
que al contemplarlo verá,
que todo lo dicho acá
es sentimiento muy puro.

Y bueno, yo me despido
y es con esta reflexión,
que tu rojo corazón
siga siempre encendido.
Cuando yo esté bien curtido,
y en una mala jugada,
la parca, si a la pasada
me llevara en su embate,
que me halle tomando mate
con una pava tiznada.
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viernes, 14 de mayo de 2010

Invitación romántica, muy cortita (Poesía)

Propuesta

Me pedís una poesía
y te voy a complacer,
quiero verte suspender
en el aire vida mía.
Pueda ser que en este día
te encuentres agasajada,
que escuches entusiasmada
estas cosas, todas lindas,
y ver como tu te brindas
cuando estás enamorada.

Para esta duda aclarar
y en romántica expresión,
yo te doy mi corazón
insaciable para amar;
y te paso a invitar
allá, lejos del gentío,
con tus ojos y los míos,
si acompaña la fortuna,
para ver salir la luna
a la orillita del río.

Los dos solos en la orilla
esperando ese momento,
habrá mucho sentimiento
sonrojando las mejillas.
Será una noche sencilla
y hasta un poquito modesta
no habrá músicos ni orquesta,
vos y yo será la escena,
para ver la luna llena,
si aceptás esta propuesta.
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jueves, 13 de mayo de 2010

Un artículo sobre "Las Pulperías"


Las Pulperías

Hoy nos vamos a meter en la campaña del 1800 y encarar la aventura de atravesar la llanura de entonces. Para eso vamos a viajar cabalgando hacia la historia, y entramos en una gran casa
Delante de la puerta hay una fila de palenques enclavados en el suelo para atar los caballos, al entrar nos encontramos con una combinación de almacén y bar que también funciona como fonda y hasta tiene un cuarto para albergar algún posible viajante. Y es este el punto de reunión de la gente de campo, la parte posterior de la casa da sobre el camino y tiene un cuadrado abierto en la pared protegido por barras de madera, a través del cual el propietario despacha a sus clientes.
Hay allí un gran número de gauchos, son por lo regular altos y guapos, pero tienen en su rostro todos los signos de su altivez y del desenfreno, usan a menudo el bigote y el pelo largo. Visten poncho y chiripa llevando apretado con su faja o ceñidor el infaltable facón de que hacen uso con gran frecuencia.
Son en extremo corteses, nunca beben sin invitar a quienes les acompañan, ellos beben carlón, cachaza o caña coronándolo todo con un poco de ginebra, y al retirarse se tocan el sombrero a modo de saludo a todos los presentes.
Nos sirvieron sardinas, queso, carne asada, uvas secas, pan y vino. Es en estas pulperías donde también se puede comprar todo lo que uno necesite: bizcochos, yerba, baratijas, sombreros, artículos de cuero para caballos y carruajes. Tampoco falta quién se ofreciera de postillón para continuar la marcha, (o sea de guía) para poder enfrentar los polvorientos caminos y empantanadas huellas.
Nosotros decidimos continuar el viaje adentrándonos en la campaña hasta el próximo paraje, ya que estábamos informados de la distancia que debíamos viajar, y después de un largo trecho con los últimos rayos de luz fue que divisamos la casa, además de ver que desde distintos puntos llega un gran número de gauchos, evidentemente este es el momento en que el grueso de la gente se hace presente.
Esta construcción se visualiza desde lejos por que además de estar en un lugar alto tiene un trozo de genero con colores vivos colgado de una caña a modo de aviso.
Muchos vienen solamente para fumar y beber y muchas veces lo hacen sobre el caballo pasando la jarra con caña de mano en mano, por que de este modo pueden dispersarse velozmente si llegan a venir buscando gente para alistarlos al ejército y mandarlos a la frontera.
Estas casas hacen también las veces de posta, y tienen una docena de caballos pastando al fondo, cerca de la casa. En ocasiones organizan corridas de sortija o juego de taba.
Los dueños de pulperías residentes en lugares apartados de todo centro de población, viven al parecer sin ninguna protección ni garantía en cuanto a sus personas y bienes.
De la pulpería salen en ocasiones tres o cuatro hombres juntos acentuando sus pasos, el rastrilleo de las espuelas, suena como chasquidos de grillos. Alguno de ellos medio borracho, pero en un momento todos están a caballo con presteza, y nada de embestidas infructuosas para montar o de tirones de rienda ni de entiesamientos del cuerpo en posiciones desairadas al hallarse ya a caballo, ni tampoco un fuerte golpear de la pierna del otro lado de montar, ¡esto no se ve jamás! entre aquellos centauros que lentamente comienzan a cabalgar. Aquella persona pasada de bebida se mece de un lado a otro, pero el caballo parece sostenerlo a cada balanceo manteniendo el equilibrio merced al firme agarre de los muslos del jinete.
Adentro algunos más confiados ríen mientras se empieza a escuchar el gangueo de una guitarra desvencijada con cuerdas de tripa de gato y remendada con tiras de cuero. Si algún payador se presentara en el momento todos le otorgan el derecho de tocar algunos compases y luego irrumpe con un canto bravío prolongando las vocales finales en la nota más alta que le es posible dar.
Y así sigue esta función donde los gauchos no dejan de convidar alguna copa al músico, mientras tengan un centavo se lo gastan de esta forma, ellos no le dan valor alguno al dinero.
Nosotros pasaremos la noche y de madrugada pensamos continuar con el viaje, a lo que nos aconsejaron llevar pan, por que según ellos mismos las pulperías que están mas alejadas de los pueblos normalmente no lo tienen, y tendríamos que alimentarnos solamente de carne como es costumbre la campaña.
La madrugada ha llegado y para sorpresa nuestra, es la mujer del pulpero quién nos atendió para el desayuno, evidentemente toda la familia participa en estas casas.
Y nos vamos, nos vamos muy lentamente, igual que aquellos gauchos pero en el tiempo, hasta llegar a la actualidad para decirles que: mientras transcurría esta lectura, fuimos utilizando frases de estos autores:

Emeric Vidal............Ilustraciones pintorescas de Bs. As. Y Montevideo en 1819
Carlos Darwin.........Viaje de un naturalista alrededor del mundo 1832-1833
Wiliam Mac Cann....Viaje a caballo por las provincias argentinas 1847
Horacio Armaicnac.Viaje por las pampas de la república Argentina 1861
Ministerio de Educación de la provincia de Bs. As. 1961
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Un artículo sobre "La Carreta"

La Carreta

Para entrar en este tema, nos debemos remontar al siglo XVIII y XIX y tomar datos de aquellos viajeros que por un motivo u otro atravesaron nuestro querido territorio.
Por Ej. nos dice Alejandro Guillespie en su libro La cultura argentina del año 1806: “
este día vi muchas lechuzas, que se meten bajo la tierra, y cruzamos una tropa de sesenta carretas...
Siempre viajan en número para defenderse, pues de otro modo las carretas serían asaltadas por los indios pamperos, que habitan las llanuras de su camino”.
Concolorcorvo (seudónimo) de Calixto Bustamante en su libro El lazarillo de ciegos caminantes del año 1773 dice: “en viajes dilatados, con carga regular de ciento cincuenta arrobas” (o sea:1725 Kgrs.) “la tiran cuatro bueyes, de los cuales los dos de adelante se llaman cuarteros”, los otros dos son pertigueros.
Pero tanto el ya citado Alejandro Guillespie, y otros autores que más adelante estaré mencionando como por ej.: Francisco Millau en su libro Descripción de la provincia del río de La Plata del año 1772 dice: “Lleva regularmente cada carreta tres yuntas de bueyes, y en pasos malos de cuesta o barriales se añaden otras que se llaman cuartas,” claro está que se refiere a cargas de doscientas arrobas (o sea: 2300 Kgrs.).
Y ya que estamos metidos en el tema hablando de bueyes, vamos a hacer referencia de lo que dice Rafael Darío Capdevila en su libro El habla paisana a cerca del buey: “Vacuno macho y castrado,”. Algunos de sus pelajes mas comunes: “el yagüané, el barcino, el osco u hosco, el barroso, y el bayo”. Y un buey corneta es: “Al que le falta un cuerno”.
Continuando con Francisco Millau, la carreta “lleva para su gobierno dos peones, uno a caballo y otro adentro en la parte delantera para manejar la picana con que gobierna los bueyes.
Este en ocasiones se sienta sobre el yugo en un asiento llamado blandura.
La picana está conformada por una caña tacuara que puesta como en balanza, cuelga de una vara que sobresale del techo de la carreta como un metro y medio, y su sostén se denomina trabilla.
Esta picana puesta en equilibrio sirve para picar los bueyes sin esfuerzo alguno.
También otros autores mencionan la picanilla, cantramilla o contramilla, que sirve para picar los bueyes pertigueros.
Ya que nos referimos al modo de incentivar los bueyes, vamos a ver que dice Juan Carlos Pirali en su libro Historia del transporte en el pago de Dolores a cerca de cantramilla: “Aparato punzante que pendía de la picana sobre el lomo de los bueyes. Al comienzo, el estimulante era sonoro, pero luego se suplantó por uno en forma de pera.”
La carreta se compone de una viga llamada pértigo, que a modo de vara sirve para uncir los bueyes (atar), según Concolorcorvo “unidas con el pértigo por cuatro varas o varejones que se llaman teleras, forman el cajón”, (...) “Sobre este plano lleva en cada costado seis estacas clavadas, y en cada dos va arco que, siendo de madera o especie de mimbre, hacen un techo ovalado”, el cual va cubierto con cuero de toro cosido.
Los costados se cubren con junco o totora y el efecto de enjuncar se llama “quinchar”.
El eje va fijo a la carreta y las ruedas son de aproximadamente tres metros de diámetro.
La construcción no tiene un solo clavo todo es de madera, claro está que esta expresión es para las carretas más primitivas ya que Tito Saubidet nos dice en su libro Vocabulario y refranero criollo: las ruedas “suelen ser de lapacho con grampas de hierro y muchas veces van envueltas en lonjas de cuero para reforzarlas; el eje es frecuentemente de naranjo.”
Según Francisco Millau dice:“Va siempre acompañada la tropa de bastante caballada y una numerosa boyada, entre la que va mezclada una porción grande de terneros, para comer diariamente carne fresca;”.
Las tropas hacen sus paradas de noche cerca de algún arroyo donde se encuentre leña, a excepción de tal o cual paraje sabido. Si el día es sofocante de calor se detienen al mediodía para descansar, y si la noche es clara aprovechan para continuar su marcha.
Siempre aprovechan las paradas para dar cebo a las mazas de las ruedas.
Estas caravanas no hacen más de cinco o seis leguas por día.
Al detenerse las carretas se disponen en circulo formando una empalizada en medio de la cual encienden fuego para asar y ahuyentar las bestias feroces, dos o tres hombres hacen vigilancia mientras los demás duermen en el suelo o en la carreta.
Siempre tienen caballos alistados por cualquier eventualidad.
Según el ya mencionado Darío Capdevila, “La carreta -tal y como fue conocida en nuestras pampas -fue un vehículo de transporte y carga típicamente argentino, que cruzaba la campaña en distintas direcciones. Conducían toda clase de mercaderías, enseres y frutos del país como cueros, lanas, granos, madera, etc. En las expediciones militares o fundadoras de pueblos transportaban los bastimentos y municiones de boca, como también herramientas de trabajo y materiales de construcción destinados a levantar empalizadas y ranchos.
Según Bartolomé Ronco en su libro Vocabulario de la carreta criolla nos dice en un texto referido a la construcción de las carretas: “Las primeras carretas que recorrieron nuestro suelo fueron exclusivamente de madera, sin hierro alguno, y con costados y techo de paja, recubierto de cueros vacunos, porque su lugar de origen fué el norte argentino, donde, en la época de su origen, no era fácil aplicar otros materiales que los expresados. En cambio, las carretas de la provincia de Buenos Aires, posteriores a las de Tucumán, tenían eje de hierro y argollas y cabezales del mismo metal,
Darwin observó en 1833 que las carretas de Buenos Aires “eran muy largas y estrechas, pero aun más grandes que las originarias tucumanas de castillo, quinchadas de simbol y juncos,”.
Dice Tito Saubidet: “Según el registro estadístico de la provincia de Buenos Aires, correspondiente al segundo semestre del año 1824, el movimiento de carretas entradas a la ciudad, procedentes de la campaña, era de 11.458 carretas de media carga y 2.591 de carga entera. De las provincias interiores entraron 72 tropas de carretas con el peso de 38.435 quintales” (o sea: 1768 Tn.) “y 82 arrias de mulas con 16.027. Salieron 33 tropas y arrias con 16.674 quintales.” (o sea: 767 Tn.)
Esto es por si alguno le quedan dudas que la patria la hicieron los criollos.
Después de haber citado estos autores les digo que lo que más me asombró, es la descripción que hace Xavier Marmier en su libro Buenos Aires y Montevideo en 1850, él dice: “mastodonte de la carretería, que parece exhumada de las capas seculares de la antigua barbarie gala. Emplean todo un árbol en su construcción, una viga entera para lanza, otra viga para el eje y no sé cuantas ramas gruesas para llantas y rayos de las ruedas, que tienen diez pies de diámetro.
Sobre el eje va colocada una especie de arca gigante como para recoger todas las especies animales en caso de naufragio;” (...) “puede decirse de estas tropas: son los navíos de la pampa.
Un comerciante las fleta en Mendoza o en Santa Fe como si fueran barcos, las carga de maderas, de frutas, de cueros, o de otros productos y las expide a su consignatario en Buenos Aires. Este último las devuelve con cargas de paños, muebles o licores. De esta manera los productos de la industria europea van, desde los muelles de Havre y Liverpool, hasta el pie de los Andes.” (...) “El carretero queda en la plaza sin ocurrírsele ir a ver el obelisco de la plaza de la victoria ni la magnificencia de la calle del Perú.
La carreta es su casa y su almacén. Durante el día trabaja en cargarla o descargarla. Por la noche sirve para dormir.” (...) “Será difícil que en el grupo ambulante falte algún músico que, acompañándose con su guitarra cante alguna canción. Si a este concierto, que a menudo se acompaña con estallidos de risas, se le agrega una botella de caña, todos se sienten felices
,”
Y ahora sí, cerrando este artículo les digo en lo personal: !ay¡ si pudiese viajar en el tiempo, no titubearía ni un solo segundo en retroceder hasta entonces para poder compartir con ellos en todas sus alternativas de marcha.
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viernes, 7 de mayo de 2010

Mi visión de hoy, con el ayer

¿ Te Acordás ?

¿Sabes qué?: Yo soy de una época distinta, me crié jugando con un caballito de palo, con trompos, el yoyó, con el balero, todos de madera, aunque el último, en ocasiones se improvisaba de lata, también a las bolitas, barriletes, barquitos de papel, y por su puesto no podía faltar la pelota.
Figuritas, las que utilizábamos para jugar contra alguna pared, y con ellas completar un albun que: “era posible llenarlo”, y por lo general el premio valía la pena.
Las nenas jugaban a la payana, rayuela, o con muñecas, y si algo hemos compartido, era algo así como denenti.
Y fui creciendo en un ámbito donde el entretenimiento eran estas cosas, la gomera, películas los sábados por la tarde, y cuando llegaba carnaval, todos jugábamos, la participación era total, inclusive los grandes también jugaban entre vecinos.
No faltaban las tardes de kermesse, que se hacía en una escuela o club de barrio, donde había juegos de destreza, como por ej. : tirarle con una pequeña pelota de trapo, (por lo general hecha con medias) a una pila de latas, que estaba dispuesta en forma de pirámide arriba de una tabla, el juego consistía en no dejar ninguna lata sobre la tabla, con dos pelotas solamente.
Otro juego era con una caña con hilo y un ganchito en la punta, tratar de pescar unos patitos artificiales que tenían una argollita, y éstos flotaban en una pileta de lona, si lograbas pescar uno en un tiempo determinado, el pato tenía debajo un número que correspondía a un premio, que estaban todos en una estantería, pero hasta no ver el número, era imposible saber a que premio correspondía cada pato, parece fácil, pero el inicio del tiempo se ponía en marcha cuando la persona que tenía a cargo ese juego, le pegaba con la mano a la pileta de lona.
Y así infinitas eran las ocurrencias para fabricar un juego, ¡ ahh! Me olvidaba del sapo, pero este, ya estaba en todo club de barrio, era infaltable.
El club abría por la tarde, ya pasada la hora de la siesta, y ponían música a los cuatro vientos, allí concurríamos entonces para jugar billar, o a las bochas, mientras en una mesa, los mayores compartían un vino jugando al truco.
No faltaban motivos para encontrar algo que festejar, y entonces el club, organizaba una fiesta donde jugábamos carrera de embolsados, o subir al palo enjabonado. Por supuesto que había cena y baile, donde cada cual llevaba algo para comer, y la comisión del club, hacía empanadas y pasteles, para vender, y así juntar unos pesos.
La fiesta siempre se desarrollaba con tranquilidad, salvo alguno medio pasado de bebida, pero enseguida dos o tres se encargaban de apartarlo, y todo volvía a la normalidad.
Pero hoy me desconcierta ver los chicos encerrados y cambiando todo esto por distintas pantallas, ya sea televisión, computadora, o celulares.
Que lástima, no se dan cuenta que: "es el aparato el que juega por ellos".
Ya el ámbito familiar, prácticamente no existe, ellos están solos la mayor parte del día, y cuando llega la tardecita o noche, los mismos padres le ponen plata en el bolsillo para que se vayan a algún ciber a jugar con otras pantallas.
El problema es que todo es virtual, ya, hasta a ellos los veo virtuales, están como en suspenso, sedientos de modernismo, incitados por lo foráneo, y pensando que es el país el que les tiene que poner la comida en la boca, y brindarle una seguridad que ni ellos tienen de si mismos.
No saben lo que es “NÓ”.
Todo lo quieren “YÁ”.
Y ni que hablar de sentimiento patriótico.
En fin, la culpa es nuestra, no nos olvidemos que el cambio de la mamá por las diferentes pantallas, esta impuesto, por nosotros mismos.
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