viernes, 7 de mayo de 2010

Mi visión de hoy, con el ayer

¿ Te Acordás ?

¿Sabes qué?: Yo soy de una época distinta, me crié jugando con un caballito de palo, con trompos, el yoyó, con el balero, todos de madera, aunque el último, en ocasiones se improvisaba de lata, también a las bolitas, barriletes, barquitos de papel, y por su puesto no podía faltar la pelota.
Figuritas, las que utilizábamos para jugar contra alguna pared, y con ellas completar un albun que: “era posible llenarlo”, y por lo general el premio valía la pena.
Las nenas jugaban a la payana, rayuela, o con muñecas, y si algo hemos compartido, era algo así como denenti.
Y fui creciendo en un ámbito donde el entretenimiento eran estas cosas, la gomera, películas los sábados por la tarde, y cuando llegaba carnaval, todos jugábamos, la participación era total, inclusive los grandes también jugaban entre vecinos.
No faltaban las tardes de kermesse, que se hacía en una escuela o club de barrio, donde había juegos de destreza, como por ej. : tirarle con una pequeña pelota de trapo, (por lo general hecha con medias) a una pila de latas, que estaba dispuesta en forma de pirámide arriba de una tabla, el juego consistía en no dejar ninguna lata sobre la tabla, con dos pelotas solamente.
Otro juego era con una caña con hilo y un ganchito en la punta, tratar de pescar unos patitos artificiales que tenían una argollita, y éstos flotaban en una pileta de lona, si lograbas pescar uno en un tiempo determinado, el pato tenía debajo un número que correspondía a un premio, que estaban todos en una estantería, pero hasta no ver el número, era imposible saber a que premio correspondía cada pato, parece fácil, pero el inicio del tiempo se ponía en marcha cuando la persona que tenía a cargo ese juego, le pegaba con la mano a la pileta de lona.
Y así infinitas eran las ocurrencias para fabricar un juego, ¡ ahh! Me olvidaba del sapo, pero este, ya estaba en todo club de barrio, era infaltable.
El club abría por la tarde, ya pasada la hora de la siesta, y ponían música a los cuatro vientos, allí concurríamos entonces para jugar billar, o a las bochas, mientras en una mesa, los mayores compartían un vino jugando al truco.
No faltaban motivos para encontrar algo que festejar, y entonces el club, organizaba una fiesta donde jugábamos carrera de embolsados, o subir al palo enjabonado. Por supuesto que había cena y baile, donde cada cual llevaba algo para comer, y la comisión del club, hacía empanadas y pasteles, para vender, y así juntar unos pesos.
La fiesta siempre se desarrollaba con tranquilidad, salvo alguno medio pasado de bebida, pero enseguida dos o tres se encargaban de apartarlo, y todo volvía a la normalidad.
Pero hoy me desconcierta ver los chicos encerrados y cambiando todo esto por distintas pantallas, ya sea televisión, computadora, o celulares.
Que lástima, no se dan cuenta que: "es el aparato el que juega por ellos".
Ya el ámbito familiar, prácticamente no existe, ellos están solos la mayor parte del día, y cuando llega la tardecita o noche, los mismos padres le ponen plata en el bolsillo para que se vayan a algún ciber a jugar con otras pantallas.
El problema es que todo es virtual, ya, hasta a ellos los veo virtuales, están como en suspenso, sedientos de modernismo, incitados por lo foráneo, y pensando que es el país el que les tiene que poner la comida en la boca, y brindarle una seguridad que ni ellos tienen de si mismos.
No saben lo que es “NÓ”.
Todo lo quieren “YÁ”.
Y ni que hablar de sentimiento patriótico.
En fin, la culpa es nuestra, no nos olvidemos que el cambio de la mamá por las diferentes pantallas, esta impuesto, por nosotros mismos.
nestor-cuenca.blospot.com

1 comentario:

  1. Hola Hermano, me emocionè en demasia...pasè por esa linda niñez....y en lo actual , es tal cual como somos...pero ojito no me hago cargo...
    Un abrazo
    Catato
    Santa Rosa -La Pampa

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